viernes, 27 de diciembre de 2013
Gatos
Soy un gato. Es obvio, no puedo escribir. mis garras, ya sin uñas afiladas por la intervención humana nunca han sido muy ergonómicas para coger el lápiz. Hace unos días tuve la casualidad de conocer a un humano que podía entenderme y mi sorpresa no ha sido menor que la de él; Es quién escribe en estos momentos mientras yo hablo. Siempre quise poder expresarme a ustedes, pero ahora que puedo me da espanto. Hay muchas cosas que no entiendo sobre ustedes que ahora no puedo enumerar. Me agobian. Lo que más me ha sorprendido en estos años que llevo conviviendo con humanos es el amor. No puedo comprender por qué tienen que estarlo expresando de tan extrañas maneras. Soy un gato. No me gusta ser acariciado. Son ustedes tan arrogantes que hasta me han puesto nombre de humano. Tampoco quiero su comida para gatos. Mi cariño ha sido despertado por un plato de leche tibia, no por sus repugnantes besos. No me interesa besarlos, los gatos no nos besamos. Lo más curioso es que siguen comportandose de ésta manera todos los días, a pesar de las francas señales de disgusto; Luego río al escuchar su preocupación al enterarse que nos hemos marchado. ¿Acaso no era manifiesto? Pronto, siento hambre y regreso. La calle no es un lugar fácil para un gato presuntuoso como yo.
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