Por supuesto que esta historia no había terminado, ya lo dije yo al final de mi última entrada; sin embargo tuvo un final más prematuro del que habría querido. Digamos que esta vez, he decidido narrar los hechos de otro modo, menos metafórico y más crónico.
Como solía ser costumbre, decidí desbordar mis sentimientos, lanzándome a un abismo que no parecía tener fondo. Así fui cayendo, y por primera vez en mi vida la velocidad y la adrenalina me gustaban; la disfruté cada segundo. De vez en cuando veía maneras de escapar de la muerte segura que me produciría el impacto, pero decidí ignorarlas; Estaba embriagado. Ese abismo que describo, por su parte, me recordaba una silueta humana. Ya se lo imaginarán oscuro, pero era tan brillante como la luna llena que por estos días nos ilumina.
Sus gustos eran mi debilidad, y sus imperfecciones me motivaban a seguir con mi curda. No podía verle su rostro, pero sabía que si lo hacía no habría marcha atrás: decidí ir por ella sin pensar en las consecuencias. Pronto me fui dando cuenta que su afecto le pertenecía a otro y mi frustración no se hizo esperar. Decidí pasarlo por alto, pues ya iba a gran velocidad y sentía que nada me podría detener.
Finalmente nos besamos y pensé que todo estaría resuelto, que el suelo se alejaría de mí con la misma rapidez, que sus brazos me impedirían impactar, que sus pecas me ampararían; y me sentí dichoso por el breve periodo que le tardó al sol posarse nuevamente sobre nuestras coronas. De pronto recibí un mensaje de despedida. Al principio me rehusé a creerlo, y pude burlar el desenlace fatal por un breve periodo de tiempo.
Se sentía la indisposición, pero ninguno de los dos pudo poner el punto final, era una contienda de sensaciones, pues ya sabíamos que no podríamos estar juntos, pero tampoco nos desapropiábamos. Vivimos una reiteración hasta cuando pudimos volver a vernos, e inesperadamente sentía que nos desbordábamos nuevamente.
Este desborde sería el fin. Inundó su corazón, desbocó mi alma y allí tuvo que terminar todo. Recordé mi trayecto por el precipicio, no podía estimar cuán profundo estaba. Sin mayor aviso, pude ver el fondo, esperándome inclemente. No tuve tiempo de reaccionar. Pude verme yacer mientras reculaba.
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