martes, 22 de septiembre de 2020

Negativo

Descargar mis memorias sobre el papel me alivia el alma. Últimamente he pasado por muchas vivencias y hace rato que no me tomo el tiempo de escribir. Vivir en el pasado es una condena, pero recordar es la manera de lidiar con ella. Resulta que esta vez ha coincidido con la nostalgia de los amores caducos. Este fue especial porque sentí una atracción casi infantil, aquella que ocurre sin conocerse, seguramente guiado por mis menos elevados instintos. Diría que fue el azar, pero nos encontramos en un momento tan oportuno que parecía planeado, como el vuelo austral de los pájaros en octubre. Después de estos años solo tengo certeza de mi ingenuidad, con tal suerte que mis desaciertos siempre han sido motivo para escribir: aunque escribo poco, me equivoco mucho.

Su rostro es como un negativo de las noches estrelladas en la montaña que añoro, mas ahora que vivo entre el cemento y los anuncios iluminados que espantan hasta al cometa mas brillante. Aunque no he vuelto a ver un cielo similar que me recuerde las manchas en su piel, siempre la llevo presente al transitar las calles de esta ciudad. Alguna vez soñamos con estar aquí, cada uno por aparte, aunque ahora quisiera que estuviéramos juntos.

Es reconfortante la parsimonia con la que se posa tu mirada sobre el mundo, en medio de tanto caos. 

Aunque tu nunca lo pediste, yo si te ofreci alguna vez mis textos mediocres, porque aun siendo asi pensaba que eran mejores que mis decepcionantes conversaciones. 

Las deudas que mas agobian casi nunca vienen a cobrar; tal vez porque no suelen ser materiales, pero siempre estan latentes. 

No he podido perdonarme el daño que te he hecho. Lamento no haberte querido mas, no haber notado lo feliz que era contigo a pesar de nuestras diferencias: siempre he odiado la impuntualidad de la gratitud y el arrepentimiento.


viernes, 19 de junio de 2020

Diecinueve

Hoy es Junio 19 del año 20, Juneteenth aquí, menos 19% allá, COVID-19 en el mundo. Es un día soleado de verano que empezó desde muy temprano y va a terminar tarde. Hace 6 años, la selección Colombia se disponía a disputar su segunda fecha del mundial. No íbamos desde el 98, y el debut en esta nueva edición fue todo un éxito: Colombia le había ganado 3-0 a la selección europea del grupo, en un partido que estuvimos esperando durante 16 años, 4 ciclos, tres décadas y dos milenios.
 
Recuerdo haber llegado a casa ese día a lavar mi camiseta roja, que juntos teníamos y que juntos compramos a pesar de no habernos visto desde aquel breve encuentro en abril de 2013 por las praderas al norte de Bogotá. Gracias a un amigo en común, fuimos (también) convocados a televisar aquel encuentro que se daría un jueves. Desde el lunes tenía la esperanza de vernos, como tantas otras veces, aunque no se sintió real hasta ese mismo día por la mañana. Creo que no pude dormir bien la noche anterior, sentía los ojos pesados pero así mismo me levanté y me fui a buscar mi camiseta roja. A esta hora hace 6 años estaba listo, no tanto para ver el partido sino para verla a usted. 

Decidí primero pasar por el Éxito, otrora Ley y comprar algo de hidratación. Era un día caluroso, pero el sol venía e iba a voluntad de las nubes. Caminé por unos quince minutos, más otros cinco que anduve perdido. Abrí una puerta que jamás había abierto, y ahí estaba usted, en la sala, junto con otros amigos que tuve la fortuna de conocer. Recuerdo haber sentido el corazón latir más fuerte que rápido, tanto que opacaba hasta mis propias palabras; No me escuchaba aunque podría decir con certeza que algo estuve diciendo. Veinte minutos después estábamos frente a la pantalla y la ansiedad de un encuentro se sumaba a la del otro. Ahí estuvimos haciendo comentarios esporádicos con cada jugada, y cada movimiento nos acercaba un poco más. Recuerdo haber tomado su mano en una de las tantas acciones de casi acaban en gol, recuerdo los abrazos que le dí con la excusa de celebración. Aquel partido terminó con una nueva victoria 2-1 para nuestra selección pero a esa hora no teníamos la intención de irnos a casa. 

Estuvimos bebiendo un poco más y ahora sí me podía escuchar, pero no me podía entender. Bueno, aunque en ese punto ya había entendido por qué fue necesario mantenernos distanciados durante todo ese tiempo. Apenas si habíamos pasado un par de horas juntos y ya sentía que no quería pasar otra lejos de usted. Yo ignoraba por completo otra parte de su historia que estaba apunto de conocer, y la conocí súbitamente. Mi aura cambió y preferí retirarme adonde hasta hace poco había sido feliz: frente a la pantalla. Por un breve instante la vi pasar y en medio de la confusión le reclamé, aunque entiendo que no lo debí haber hecho. Después de eso, sentí por primera vez sus labios en los míos, la misma sensación evocada una y otra vez, hasta el último beso, saliendo de su casa en la madrugada.