Finalmente ha llegado el momento anhelado durante estos últimos 6 años; el día de graduación. Con orgullo nos acercamos a recibir nuestro diploma que nos acredita como médicos (generales, cirujanos o a secas). Yo diría que es un momento de confusión, porque casi todos nos hemos dejado llevar más por el júbilo del momento que por lo que realmente debería empezar a importarnos ahora: el inicio de la vida laboral.
Nunca es como uno se lo imagina, ya es hora de estar solo por primera vez, tomando decisiones propias en momentos angustiantes. Algunos hemos decidido inscribirnos al sorteo nacional, otros corren por su cuenta, pero todos (o ninguno) tenemos idea de lo que nos espera. Yo decidí inscribirme al sorteo nacional con la esperanza de quedar exonerado del servicio social obligatorio porque tenía otros planes en mente, pero no corrí con tan buena suerte (o no lo sé todavía) y quedé asignado. Me inscribí con lugar de residencia en Bogotá porque allí era donde quería estar en caso de quedar elegido, pues se supone que nos han de ubicar cerca a nuestro domicilio, pero eso no aplicó tan estrictamente para mi. 19 días después de inscribirme al sorteo recibí un correo informándome que sería el próximo rural de un pueblo en el Meta que jamás había escuchado nombrar: Lejanías.
Naturalmente, me puse en la tarea de averiguar todo lo que pude acerca de éste lejano lugar. Parecía un buen sitio para vivir de paso por un año; Nunca había estado en los llanos orientales y me parecía una buena manera de conocerlos, y así me fui entusiasmando, a pesar de que Lejanías fue un municipio históricamente golpeado por múltiples actores del conflicto armado. Históricamente porque tras el inicio del proceso de paz no se volvieron a presentar enfrentamientos ni calamidades en su territorio.
Resulta que la salud en el Meta ha tenido varios inconvenientes, de tal manera que 17 de sus 29 municipios cedieron el control de la salud local al departamento, aduciendo que no contaban con recursos suficientes para administrarlos por sus propios medios. Así nació la ESE Departamental Solución Salud, que entre otros municipios, se encarga de administrar la salud de Lejanías. Su cede principal se encuentra ubicada dentro de la misma secretaría de salud del Meta y desde allí controlan la salud de un gran territorio, porque los municipios del Meta son muy extensos. Casualmente supe que algunos compañeros de mi universidad se encontraban vinculados con ésta empresa haciendo lo mismo. Pude hablar con un par de ellos y ambos coincidían en que las condiciones laborales no eran las mejores, pero que venían recibiendo buena remuneración hasta hacía unos 2 meses, tras una crisis económica desatada dentro de la ESE posterior a la ejecución de grandes contratos; sospechoso.
En mi terquedad, decidí tomar la plaza e iniciar el proceso de inducción. Jornadas extenuantes y repetitivas en la secretaría, luego en la ESE, finalmente en el centro de atención. Como funcionario público, firmé mi acta de posesión el 15 de septiembre y el 16 en la noche ya me encontraba en el municipio; un lugar pequeño de clima templado a los pies del páramo de Sumapaz, con vientos helados provenientes de las montañas pero con días soleados muy calurosos. Inmediatamente me reuní con mi jefe inmediato, el director del centro de atención quien me asignó turno al día siguiente
a las 7 de la mañana. Estuve muy preocupado mis primeros dos o tres turnos. Eran de 24 horas y serían cada día por medio. Los días en que no tenía turno debía quedar "disponible", es decir, podía irme a mi casa a descansar o a administrar mi tiempo como quisiera, pero no podía salir del pueblo, porque en caso de emergencia podría ser llamado a acudir al centro de atención, o por lo menos así lo creía. Después me fui dando cuenta que la figura de "disponibilidad" venía siendo abusada por parte del director, en complicidad con la empresa, ya que no sólo se prestaba para situaciones de emergencia como lo dicta la ley, sino que debía acudir cada vez que hubiera capacitaciones, necesitaran un médico adicional para brigadas, realizar dictámenes medico-legales, preparar y dirigir comités, a parte de traslados en ambulancia y apoyo médico en casos excepcionales y mi obligación como funcionario de la ESE de viajar a otros municipios a su cargo en caso de necesitar apoyo.
Entonces me empecé a desinflar. Pude darme cuenta en unos pocos días que estaba completamente esclavizado, con un cuadro de turnos en el que me asignaban entre 312 y 336 horas de turno, sin contar las horas de disponibilidad y descontando los días compensatorios (4 cada mes) a los que tenemos derecho por laborar días domingos y festivos. No veía por ningún lado en el cuadro de turnos un descanso. Somos 2 rurales y una médica general, ésta última con otro tipo de contratación, dedicada exclusivamente al servicio de consulta externa, por lo que entre mi compañero rural y yo debíamos hacernos cargo de las urgencias. Lejos de casa, de mi familia y de mis costumbres, me empecé a desesperar. Así estuve por unos días, pero empecé a buscar soluciones. Inicialmente le comenté mi preocupación al director del centro de atención quien respondió que me tranquilizara, que esas horas extra me las iban a pagar, que los turnos no eran muy pesados y que todo iba a estar bien. Es cierto que los turnos no son muy extenuantes, pero el solo hecho de estar confinado a un consultorio durante estos periodos de tiempo resulta agotador. Le respondí que mi inquietud no se debía al tema económico sino al descanso; entonces me dijo que si quería recibir posturnos no tendría derecho a compensatorios, y ahí quedó todo. Supe que no era él con quien debía molestarme.
Hace unos 5 días envié mi primer derecho de petición reclamando por la carga laboral a la que estaba siendo sometido, solicitando personal médico adicional, exigiendo tiempo prudente de descanso y requiriendo el manual de funciones al que tengo derecho como funcionario público, porque ya lo había pedido y me fue negado. Tienen 15 días hábiles para responder y los voy contando.
Aquí sigo... acudiendo cada 24 horas a sumir turnos en urgencias durante este mismo tiempo. Esperando la respuesta al oficio mencionado y cada día más desmotivado. Es doloroso tener que pensar en renunciar a un pueblo como éste, donde la presencia de un médico es incierta y su población muy demandante. He pensado mucho en ésto, pero nosotros como profesionales de la salud no podemos asumir la carga de la corrupción. Debemos mantenernos firmes como gremio y luchar unidos por unas mejores condiciones laborales. Si bien es cierto que tenemos vocación de servicio, eso no puede ser tergiversado a opresión, como en muchos sitios se quiere traducir para absolver sus responsabilidades y anular todos los (justos) reclamos que hacemos.